En la actualidad, los jóvenes se encaminan hacia la vida adulta en un contexto caracterizado por la incertidumbre y el cambio. Para las generaciones anteriores, el modelo de referencia era estudiar, lograr un trabajo fijo, contraer matrimonio y formar una familia. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes no sigue hoy la secuencia tradicional.

¿Cómo son? ¿Qué prioridades tienen? Con el objetivo de arrojar luz sobre qué es ser adulto en el siglo XXI, el grupo ‘Jóvenes en transición’ del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra organizó una jornada. Contó con la intervención de Almudena Moreno Mínguez, catedrática de Sociología de la Universidad de Valladolid


¿A quiénes nos referimos cuando hablamos de “juventud”? ¿Abarca lo mismo que en épocas anteriores?

Se trata de un concepto general homogéneo que esconde una gran heterogeneidad. Por eso prefiero hablar de jóvenes. Según Eurostat, se trata de la franja entre los 16 y los 29 años, aunque muchos investigadores consideran que se extiende hasta los 34 años porque parten de que la condición juvenil se ha ampliado.

¿Puede hacer un diagnóstico general de cómo son hoy los jóvenes españoles? ¿Qué les diferencia de los de otras épocas?

La condición juvenil es la misma, en la medida en que es el momento en que se empieza a construir la identidad, a definir las expectativas vitales, a transitar hacia la vida adulta. Lo que ha cambiado es el contexto en el que marcan sus itinerarios y los instrumentos con los que cuentan para alcanzar sus deseos. Muchas veces, estos anhelos se definen por la construcción de presentes, no de futuro, porque este es totalmente incierto. La esperanza de los jóvenes -que tienen todo por hacer- se ha transformado en incertidumbre y frustración, dados los impedimentos y limitaciones de las circunstancias. 


«La esperanza de los jóvenes se ha transformado en incertidumbre y frustración, dados los impedimentos o limitaciones de las circunstancias». 


¿Se dan otras prioridades?

Hay un cambio en el estilo de vida y en lo que consideramos importante. Antes primaba el modelo transicional lineal: finalizar los estudios, buscar pareja, comprar una casa y tener hijos. Aún hay jóvenes que lo mantienen, pero es minoritario, especialmente porque hay dificultades para seguirlo. 

Muchos estudios apuntan hacia un cambio en las expectativas hacia el estilo de vida, que ahora se integran en un modelo liberal hedonista: ya que el futuro es incierto y las personas no se proyectan en él, se prioriza el presente. Y lo vinculamos al consumo (viajes, ocio…). 

En concreto, en su conferencia el ICS ha hablado del proceso de emancipación de las generaciones actuales. ¿Cómo ha cambiado con respecto a las anteriores?

Los investigadores hemos estado trabajando con paradigmas que se centran en la tardía emancipación. No sé hasta qué punto definen realmente qué ha sido la emancipación. Parece que en torno a los años 70 y 80 -durante el proceso de democratización, desarrollo y modernización- se produce ese retardo debido a las circunstancias laborales. No obstante, esto no ha sido así exactamente: si miramos más allá de los análisis transversales con las escasas bases de datos que tenemos, comprobamos que ha sido un continuo desde los años 50. 


«Ya que el futuro es incierto y las personas no se proyectan en él, se prioriza el presente. Y lo vinculamos al consumo (viajes, ocio…)».


¿Por qué se ha extendido esta creencia errónea?

Quizá hemos copiado el paradigma europeo y puede que no sea el más adecuado para interpretar las tendencias. Asimismo, en España hay una gran carencia de datos para seguir las trayectorias de los jóvenes. Contamos con datos transversales de los informes que hacen el Instituto de la Juventud (Injuve), la Fundación SM, la Fundación Fad Juventud, así como de la Encuesta de Población Activa. Con todo, fundamentalmente se refieren a las transiciones laborales.

Pero sí hay datos claros sobre el retraso en la decisión del matrimonio o de salir de casa de los padres, ¿no? 

Hay un intermedio que es el proceso de desarrollismo en el que se acelera todo. En pleno boom económico, tras la miseria de la posguerra, se instauró una pauta de matrimonios jóvenes que tenían más hijos. Pero eso es un intermedio: si atendemos a la etapa previa a la Guerra Civil y al régimen dictatorial, vemos que la tardía emancipación es un continuo

Es verdad que esta es una característica de España, especialmente si nos comparamos con el resto de Europa, pero no se trata de algo realmente novedoso. Ya estaba en la cultura de los jóvenes españoles. 

¿Por qué España se diferencia de otros países de su entorno en este sentido?

Hay varios factores. Por un lado está la cultura, el pacto de solidaridad familiar que se establece en la transición democrática, con el que de alguna manera se trata de proteger y salvaguardar a los jóvenes. Podríamos decir que estos se emancipan dentro de la familia, porque dentro de ella tienen un espacio de libertad y de autonomía muy grande (ocio, relaciones…). Pero siguen viviendo con sus padres.

Luego está el factor estructural e institucional. El Estado del bienestar ha vinculado los derechos de la ciudadanía al mercado laboral: centra la mayor parte de sus gastos sociales en las pensiones. Como el joven aún no ha comenzado su vida laboral, no percibe ninguna ayuda. Ha habido algunas excepciones, como la renta de emancipación del gobierno de Zapatero, pero tampoco supuso un gran cambio. En otros países europeos, la política distributiva de los de los ingresos públicos no está escorada hacia el colectivo de más edad, también los jóvenes se benefician.


«Podríamos decir que los jóvenes se emancipan dentro de la familia, porque dentro de ella tienen un espacio de libertad y de autonomía muy grande (ocio, relaciones…). Pero siguen viviendo con sus padres».


¿Qué tipo de ayudas se conceden?

Por ejemplo, en Francia y Alemania hay ayudas para los estudios universitarios y todo lo que los rodea (alojamiento, comedor…), de modo que no todo el gasto recae sobre las familias. 

¿Qué relación tiene todo esto con la salud mental de los jóvenes, que tanto parece haber empeorado? 

El bienestar es el estado de satisfacción con tu vida, con tus amigos, con tu familia… Hasta ahora, los jóvenes indicaban puntuaciones más altas sobre este aspecto que otros grupos de edad. Pero se han ido reduciendo y, además, vemos otro dato preocupante: España tenía la tasa más baja de suicidio juvenil en Europa y ahora los casos están aumentando. De alguna manera está disminuyendo la sensación de bienestar, que es un concepto complejo. Este modelo tan individualista deja de alguna manera a un lado el vínculo comunitario, social, y esto a la larga genera insatisfacción más allá del escenario de precariedad, incertidumbre y dificultad. 

Junto con esto, muchos investigadores estamos estudiando el hecho de que cada vez más jóvenes se sienten solos a pesar de estar todo el día conectados a través de las pantallas. No tener vínculo con el otro, no verte reconocido en él ni integrado con él genera un sentimiento de soledad no deseado. 

¿Qué retos tenemos como sociedad a la hora de facilitar a los jóvenes alcanzar la plenitud humana?

Por una parte, tenemos que apostar por políticas sociales que traten de recuperar el contrato social intergeneracional que funcionó en este país durante mucho tiempo y que sentó las bases de nuestra democracia. El pacto está en peligro y, como consecuencia, vemos mayor desafección de los jóvenes hacia las instituciones. Hay que restaurar la confianza.

¿De qué manera?

Es indispensable situarlos en la escena como protagonistas. Debemos darles voz y prestarles atención. En la esfera pública sólo nos referimos a ellos en términos negativos: los ninis, la generación perdida, los contagiadores de la pandemia… Se sienten señalados por los adultos. Los jóvenes no se identifican con esa imagen y esto está aumentando la distancia generacional, la desconfianza. Debemos hacerles partícipes en la construcción de su propio relato.

Autora: Mª Isabel Solana

El Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra organizó la jornada ‘¿Qué es ser adulto en el siglo XXI? Evidencias desde las ciencias sociales’ en el marco del Reto ICS 2022-2023,’Jóvenes, relaciones y bienestar psicológico’. Su objetivo es estudiar el bienestar psicológico en la adolescencia y juventud con un énfasis en las relaciones interpersonales. Se abordará con una perspectiva interdisciplinar que tendrá en cuenta la antropología, la sociología, la lingüística, la psicología y la epidemiología, así como cualquier otra disciplina que pueda aportar nuevos enfoques al estudio de este periodo. El Reto ICS 2022-2023 se engloba en la línea ‘Salud y Bienestar’ de la Estrategia 2025 de la Universidad de Navarra .

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